lunes, 28 de julio de 2014

Iluminación, o confundir causas con efectos...?


¿Son de alguna utilidad los métodos para mejorar, 
para alcanzar algún grado de paz, para ser más feliz? 
Siempre que el iluminado de turno publica su inevitable best-seller, 
sale a la luz también una curiosa contradicción, 
y digo curiosa porque nadie parece reparar en ella.

Buda estableció su método para alcanzar la iluminación después de iluminarse. ¿Utilizó lo que predicó durante cuarenta años para lograr el nirvana, o bien la iluminación le sucedió primero y luego le vino la idea de las cuatro nobles verdades, los siete factores de iluminación y demás, es decir, expuso los resultados de su extraordinaria paz?

Eckhart Tolle pasó un largo tiempo con la idea de suicidarse, antes de iluminarse durante una noche que le condujo a un éxtasis de cinco meses. El libro que escribió después, El poder del ahora, ¿describe lo que hizo para alcanzar la paz, o bien las consecuencias de su iluminación?

Byron Katie estaba tirada en el suelo, mientras sentía que no merecía siquiera usar la cama que tenía al lado. En eso, una cucaracha subió por su pie, y ella se iluminó, un suceso que puso fin a una larga estancia en psiquiátricos. Después de ese suceso, Katie tuvo un período de "silenciosa indagación" en la que se le manifestó su método de las cuatro preguntas. ¿Pero ella se hizo a sí misma esas cuatro preguntas antes de iluminarse, o bien se trata -una vez más- del resultado de su radical salto de conciencia?

No hace falta recurrir a grandes iluminados. Cada terapeuta, cada pensador, cada escritor que haya pasado por algún proceso de transformación de conciencia experimenta después unos cambios en su conducta, e invariablemente escribe un libro o dicta un seminario en los que dispone esos resultados como causas de su transformación, lo cual es sencillamente falso.

No tengo nada en contra de que alguien que se siente bendecido por algún vislumbre extraordinario decida compartir las nuevas sensaciones de su nuevo universo. Es seguro que se trata de un acto con la mejor de las intenciones, esto es, que otros puedan llegar a vislumbrar lo mismo.

Pero si alguien hambriento va y sale a buscar pan, y tropieza, y le roban, y camina hasta el agotamiento, y finalmente encuentra una hogaza de pan, y lo trae de vuelta y lo comparte con los suyos, ¿no es lógico considerar ese alimento como el resultado de una búsqueda, de una intención? Nadie dice que no lo comparta, pero eso se debería hacer poniendo un especial cuidado en no confundir resultados con causas.

Porque si no hacemos esa distinción nos encontramos con el tremendo circo de la imitación, del "yo ya he llegado", de la aproximación meramente intelectual a lo espiritual. El mercadillo de la espiritualidad de fanáticos, seguidores de doctrinas, virtuosos de las reglas y las normas.

No, la causa de la iluminación no son las cuatro nobles verdades, sino precisamente el ascetismo extremo del Buda, que casi le llevó a la muerte y le hizo comprender de verdad. La causa de la iluminación no se halla en el poder del ahora, sino de una capacidad extrema para soportar la angustia existencial en su completa desnudez y que llevó a Tolle al borde del suicidio. La causa de la iluminación no es contestar cuatro preguntas, sino situarse en una pobreza egoica tan extrema que una cucaracha subiendo por el pie te haga despertar a una nueva conciencia. Si es que a todo eso podemos llamarlo causas.

Y eso es lo complejo, lo difícil. Soportar la angustia existencial en toda su crudeza, sin anestesias de ningún tipo. En vez de eso, corremos a buscar métodos. Uno de los pocos tipos que denunció esa situación fue U.G. Krishnamurti, quien frecuentemente decía: "La humanidad ha de ser salvada de los salvadores de la humanidad". U.G afirmaba sin ningún rubor que todas las conclusiones son sólo eso, meras consecuencias de un cambio de estado, y que las causas de ese cambio de estado siguen siendo un misterio.


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