miércoles, 28 de diciembre de 2016

EL YOGUI ERRANTE


Era un yogui errante que había obtenido un gran progreso interior. Se sentó a la orilla de un camino y, de manera natural, entró en éxtasis.
Estaba en tan elevado estado de consciencia que se encontraba ausente de todo lo circundante.


Poco después pasó por el lugar un ladrón y, al verlo, se dijo:
-“Este hombre, no me cabe duda, debe ser un ladrón que, tras haber pasado toda la noche robando, ahora se ha quedado dormido. Voy a irme a toda velocidad no vaya a ser que venga un policía a prenderle a él y también me coja a mí”. Y huyó corriendo.




No mucho después, fue un borracho el que pasó por el lugar.
Iba dando tumbos y apenas podía tenerse en pie. Miró al hombre sentado al borde del camino y pensó: -“Éste está realmente como una cuba. Ha bebido tanto que no puede ni moverse”.
Y, tambaleándose, se alejó.


Por último, pasó un genuino buscador espiritual y, al contemplar al yogui, se sentó a su lado, se inclinó y besó sus pies.


Solo el sabio reconoce al sabio.


Reflexión:
“Somos espejos; vemos en lo que nos rodea el reflejo de lo que llevamos dentro... Lo que pensamos de los demás, tiene más que ver con nosotros que con ellos; lo que nos molesta de otras personas, es lo que debemos mejorar en nosotros mismos.”

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